Cucharas, sueños y pesadillas

* Sigo sin comprender el misterio de todo esto. Dudo y me parece irracional que la vida sea así. No encuentro la cuchara porque entre otras cosas no la hay y cada sábado es una nueva búsqueda que nace ya muerta. La vida es un sms que habla de un futuro amarillo y risueño. Me pregunto si alguien puede dar algo que no tiene, y no me refiero a los créditos bancarios. Me pregunto si es bueno creer en las promesas de alguien con demasiada ilusión.


* Sueño que estamos Madrid dentro de uno de esos cafés con solera y camareros sibaritas, seriadamente respingones que te miran por encima de las bebidas que transportan. Todo es muy estrecho y hay demasiada gente. Un garcon con pajarita verde y bandeja metálica se empeña en pasar a mi lado, cuando es evidente que no hay espacio físico para ello, pero entre el contacto presionante, acaba por conseguir su propósito sin derramar una gota de las bebidas.
Al tiempo estamos en una casa a la que acabamos de entrar y recorro sus pasillos hasta llegar al final, donde histéricamente vuelve a estar la entrada. Hay un hombre enorme y por su expresión veo que es un monstruo. Intento escapar, pero su alargada figura vuelve a aparecer. No hay forma de salir, salvo por una ventana. La abro, salgo a la cornisa y veo un parque abajo, muy abajo. Debe ser el piso treintaitantos pero volar en sueños siempre se me dió bien; de hecho es uno de mis trucos favoritos en las pesadillas. Me deslizo lejos de esa casa encantada y su terrorífico anfitrión. Pero al llegar al parque, el monstruo está ahí, esperándome.


Creedence Clearwater Revival: Bad Moon Rising