miércoles, 18 de febrero de 2009

Volviendo de nada

Hay que quitar ciertos frenos, huir de los miedos que atenazan cuerpo y mente y saltar a la piscina vacía del mundo sin ti; de neo.
Ahí fuera no valen medias tintas, ni folios escritos sólo por una cara; el destino está escrito con fuego en el camino que tomas cuando quieres vivir. Claro está que el fuego quema, pero hay que tenerlo dentro, como el núcleo magmático terrestre que podría alimentar energéticamente a toda la humanidad eternamente.
Aprovechar la energía endotérmica de uno es clave y si para ello debemos recurrir a caldos milagrosos, infusiones estimulantes y textos digitales, adelante con los faroles.
He cambiado de refugio, ya no soy limaco; las nuevas paredes tiñen de blanco la soledad y quietud de un territorio inexplorado, virgen y calmo, donde el silencio grita y el tacto falta. Eso no es nuevo, aunque pienso que nada puede dar descanso hasta que no se comparte.

V(amo)s, casi nada; que es-toy (de)volviendo.

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