domingo, 5 de julio de 2009

Pelotas

No hay tiempo para el sueño. Como en mi lejana infancia cuando arrojé la pelota que aún no ha tocado el suelo, reniego de las horas de descanso nocturno y me salto cualquier intento de reparar los daños causados por la vida. Como un resorte, busco un puñado de sustancias cafeínicas que me den algo que ahora no tengo: quiero más decibelios.
La casa es un desastre; llevo dos semanas sin limpiar y gracias a dios que no tengo demasiadas pertenencias. Me dan ganas de bajar a adecentar el coche. Es más sencillo y agradecido. Me abruman los 90 metros cuadrados de inoperancia vital hogareña.
Mi auto tiene sólo 8 pero te lleva a lugares donde la vida puede estar, huidiza de caminos al trabajo, esquiva de desayunos con tortitas de arroz. Pero esta vez el coche no me va a llevar a ninguna parte (viva).

Renuncio a viajes europeos y, frenéticamente, desarrollo todas mis habilidades nulas para las labores domésticas. Friego, barro, quito el polvo con el plumero, paso el aspirador por toda la casa, ordeno y tiro restos del naufragio también llamado mudanza. ¿Alguna vez le has visto excesiva carga emocional a un aspirador rojo? no te lo recomiendo, porque cualquiera que te vea llorar mientras extremas la casa, se pensaría que eres algo así como el esclavo atávico de un malvado tipo austriaco que te tiene encerrado desde que naciste en un apartamento.

Los decibelios suben, pero se pasan de lo permitido legalmente y la policía del karma me pone una notita que dice que debo cumplir 5 años y un día de prisión, dentro de mis sentimientos. Ya, genial, estupendo. Pues ahora quiero bajar el volumen de mi bso, pero no puedo. Suena de fondo Gloria de Jim Morrison y ayer me crucé con Gloria, una chica que iba a mi clase en sexto de EGB.
Estaba muy delgada. Quizás es el futuro de toda gloria: acabar sus días pasando de largo, desapercibida y anoréxica.

Pienso que me encantaría dejar de tener estos episodios y no darle vueltas a que hoy hace X años que murió mi abuela María, o quitarme de la cabeza ideas de personas que mueren todos los días mientras la supuesta vida sigue. Exhalo una idea acerca de cómo me gustaría entender todo esto un poco más, pero mi vida se va pareciendo cada vez más a una peli de David Lynch (exceptuando A Straight Story). O tal vez mis días se parezcan a un vídeo de dibujos hecho por DL para una canción extraña de Moby. No se puede entender la vida si es un aspirador rojo sin manual de instrucciones; y aunque lo tuviera, no lo leerías.

Pienso en la muerte y no se me ocurre más que hacer mil millones de cosas, sin parar, sin dormir, sólo soñando que esto va a terminar y puede ser la semana que viene. Tal vez pueda recoger la pelota y volverla a lanzar, tal vez no. Voy a seguir haciendo como que vivo.

1 comentario:

Lena dijo...

Ufff, pensaba que era la única que hace y hace y vuelve a hacer porque cree que la vida se le puede escapar y antes de que se vaya del todo tiene que vivir. ¿ Y porqué vivir tiene que ser actividad y movimiento? Curioso, no?

Espero que la casa te haya quedado impoluta...así podrás recibir visitas y verán lo limpio que está todo ;).

Un besazo!

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