jueves, 6 de agosto de 2009

Encuentro

Mil disonancias retumban en el garito mientras se impone a duras penas y de fondo, el Lithium de Nirvana; en todo el espacio baril, menos en mi mente, donde tú tienes esta noche un lugar privilegiado, sin acoples, ruidos o dudas.

- ¿De qué huyes? - sueltas como si nada, haciéndome sentir como Uma Thurman en Pulp Fiction cuando le clavan esa aguja de epinefrina en el pecho.
- Hacía mucho tiempo que nadie me preguntaba algo así - respondo evasivo mientras mil millones de moléculas simpaticomiméticas inundan mi organismo. Respiro, veo, temo, quiero, todo elevado a la gúgol.
- No seas cobarde y dilo. - y tus ojos se vuelven hacia la barra y la cerveza que te espera ahí.
- ¿Y tú qué buscas? - añado, con la rodilla metafóricamente en el suelo del bar, defendiendo mi entereza, mi autoestima y mis estúpidas ganas de impresionarte.
- Yo pregunté primero, ¿porqué iba a responder cuando tú no lo haces?
- Dame una tregua, chica, jajaja. No lo sé.... supongo que trato de escapar de algo que a la vez es lo que busco (*)

Y al ver tu expresión de curiosidad, sorpresa y cierto enfado, por fin entiendo que, tras largos milenios de viaje sideral a la velocidad de la luz, he conseguido lo que buscaba: dibujar una sonrisa cósmica inmensa en mi pequeña máscara nocturna, hecha a base de cine de perdedores y letras de canciones.

Y Kurt Cobain sigue gritando una y otra vez y lo imagino orgulloso con su camiseta de Daniel Johnston (aunque tú no tengas ni idea de quién es DJ). Y siento que este es uno de esos momentos sublimes, perfectos y típicos de mi propia peli vital; y lo veo resonando en palabras que gente lejana leerá mañana mismo.

1 comentario:

Thabitha dijo...

Esa es una respuesta muy gallega... ¿no crees?

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