domingo, 30 de agosto de 2009

Susurros contra la envidia


Añoro cuasiliteralmente algo que no tengo y lo hago de esa forma en que se echan de menos las cosas decisivas, tan importantes que aunque intentes reemplazarlas con otras piezas del puzzle vital, resulta melancólicamente imposible.
La incompleta claridad de mi visión refleja en el mundo exterior las luces del espacio cuántico ,vacío probabilísticamente hablando, y la nada que me falta se materializa en algo que no existe en mi ciudad.
Si, envidio. Me cambiaría ahora mismo por cualquier habitante de NY, que puede fijar el espíritu de su ciudad y de él mismo, en el Puente de Brooklyn o en la imponente fachada del Empire State.
Malpienso en los parisinos del distrito 1 y su diaria sensación de cercanía con la Torre, fortaleciendo su alma al conjugarse con la potente estructura de acero roblonado.

Y lo hago porque yo no tengo una referencia clara en mi ciudad que me haga sentirme parte de ella; no hay ningún icono magnificado con el que me pueda haber fusionado histórica y mentalmente... bueno, tal vez el cielo surcado por estelas de queroseno combustionado en viajes aéreos o quizás las autopistas de salida, desiertas a altas horas de la noche, cuando la gente decente duerme.

Aire y asfalto son las referencias de mi ciudad, y parecen querer susurrarme, con una sonrisa inmensa de los días cálidos de verano, el camino de la felicidad: el viaje.

1 comentario:

Mae dijo...

Ahora que lo dices... Yo con lo que mas me siento identificada de mi sitio, es con las calles, porque es dónde de jóvenes jugábamos y pasábamos las horas...
No hay un edificio al que me pueda refrir, y si lo había, ya lo han derribado, así que...
Opino lo mismo que tú... Me gustaría asomarme a mi balcón y ver un puente importante, o un edificio de los que hacen historia, pero no, yo veo una autovía a mi derecha. y menos mal que el cementerio lo cambiaron hace años porque si no tb lo divisaba hoy día.
Besos.

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