Corre, salta, vuela, esquiva... trata de evitar los impactos de un mundo que colapsa, porque la BESTIA ha llegado y la desértica consigna de su mezquina mente es simplemente una: DESTRUCCIÓN.
Descansa un instante, gírate e intenta verla... nada. Pero puedes sentirla cerca mientras vibras con el nerviosismo nuclear que producen los terremotos o el síndrome que te pega al asiento del avión al aterrizar en mitad de un temporal. Tiembla, pero no pienses...
No recuerdes los jardines llenos de color y pequeños insectos trepadores; ni los días muriendo ensangrentados con toda su belleza final; ni te entretengas con hermosas imágenes de constelaciones en cielos nocturnos acompañados; no recu...
La falta de sustentación bajo tus pies es transmitida a velocidad lumínica gracias a tu inteligencia cenestésica y, en un microsegundo, grabas en tu mente una imagen nítida: te ves proyectado directamente a la azotea del rascacielos acristalado que justo delante. Dicho y hecho: en tu vuelo instantáneo consigues ver cómo tu previa ubicación es ocultada por una nube de polvo, cemento y vidrio: otro edificio arrasado.
Desde arriba, la vista es desoladora. Contemplas perfectamente la trayectoria seguida por esa especie de ángel exterminador que está devastando todo a su paso, sin piedad, sin oposición: nada humano puede detenerlo; ni siquiera el hecho de saber que no viene de otro universo, planeta o tiempo: aunque ya todo da igual... sólo puedes sobrevivir... o tal vez... sólo tal vez... se pueda hacer algo... pero qué?
Muse - HyperCondriac
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